El atractivo sexual… ¿es cuestión de gustos personales, o fruto de una compleja ecuación biológica?
Así empieza este interesantísimo documental emitido hace unos días en “La Noche temática”
Y así de contundentemente se responde a esa pregunta: la evolución está detrás de nuestra elección de pareja, y se puede demostrar científicamente. Estamos programados para interpretar información genética a partir del rostro, de la silueta, del movimiento y de la voz.
Como afirma Doug Kenrick, profesor de la Universidad Estatal de Arizona, hay muchos mecanismos que funcionan de manera inconsciente y que influyen en nuestra decisión a la hora de escoger pareja. La belleza no es arbitraria: hay reglas genéticas que “nos ordenan” emparejarnos con la pareja más “sexy” que seamos capaces de encontrar. Y cumplir esas “reglas” nos permitirá que, nuestros futuros hijos, tengan la mejor genética posible y, por tanto, las mayores perspectivas de sobrevivir.
Permitidme que, al margen de recomendaros ver con calma todo el documental, me centre en el aspecto que profesionalmente más me interesa: el rostro. Los ojos, la sonrisa, las orejas, la nariz, los pómulos… hay rostros con magnetismo, con encanto. Pero, ¿por qué?
Los griegos nos hablaron de la proporción áurea, la fórmula de la perfección. En uno de los experimentos que se muestran en el documental vemos que esto se aplica al rostro humano: por ejemplo, tendemos a ver más hermosos los rostros en los que el ancho del ojo mide lo mismo que el espacio entre ambos ojos.
Otro de los experimentos que nos muestra el documental nos habla de la posibilidad de “exagerar” los rasgos de un rostro, haciéndolo más masculino (ensanchando la mandíbula, empequeñeciendo los ojos y bajando las cejas ) o más femenino (por ejemplo estrechando la mandíbula y elevando las cejas). Esto, hoy día, no es en absoluto ciencia ficción. Si salimos del ámbito investigador y nos trasladamos a una consulta, ya es posible no sólo transformar sustancialmente un rostro, sino también previsualizarlo, conocer el aspecto que tendrá antes de someterlo a una o varias intervenciones estéticas.
En breve compartiré con vosotros una colaboración que he realizado con la revista Presència en la que abordo estas cuestiones. Fundamentalmente, y como ya he apuntado en otros posts, mi visión es que todos identificamos rasgos en los rostros “bellos”, pero que a la vez no hay normas universales, puestos que a veces una desproporción o un toque “personal” de una cara es lo que le aporta la belleza.
Desde mi ámbito, los profesionales que tratamos casos de auténticas transformaciones de rostros, tenemos como decía la gran ventaja de las nuevas tecnologías que nos permiten visualizar cómo será ese cambio. También hemos evolucionado mucho en el concepto de los tratamientos, que cada vez son más globales, y en las propias técnicas quirúrgicas, pues son cada vez menos invasivas, los postoperatorios más leves y los resultados más sorprendentes.
Todo esto, como digo, lo compartiré con vosotros en el artículo de Presència. Pero antes de que se publique y que lo comparta aquí, os recomiendo totalmente que veáis el documental y os invito a participar en un debate:
En mi opinión, hay que evitar caer en el error de frivolizar criticando a aquellas personas que desean modificar su rostro para ser (delante los demás, y sobre todo ante ellos mismos) más atractivos. Nuestra cara es nuestra “carta de presentación”, y considero que tener un rostro harmónico puede hacernos sentir mejor con nosotros mismos.
Mi visión es muy simple, y la podemos visualizar en algo tan identificable como unas orejas despegadas o una nariz demasiado proyectada. ¿Por qué no corregirlo, si es posible, y mejorar esa desproporción con una simple intervención? De igual manera que a un niño que presenta cojera lo operamos para devoleverle a la normalidad, ¿por qué no lo podemos hacer con nuestro rostro, que es al fin y al cabo lo que nos da nuestra identidad?…
Sé que el tema es polémico, y que toda intervención trae opiniones a favor y en contra. En todo caso, sea cuál sea vuestro punto de vista, no os perdáis el vídeo, y por supuesto si así lo deseáis, será un placer leer vuestras opiniones y comentarios.
Este es un tema del que podría estar horas hablando. Personalmente estoy a favor de hacerse una intervención de cirujía estética en el rostro (o en cualquier parte del cuerpo) Nunca he “sentido” la necesidad de tener que hacerme un “retoque”, pero si algún día “siento” que necesito una operación de cirujía estética, me la haré. Y no seré mi mejor persona, ni peor, ni me cambiará la personalidad. Simplemente me miraré en el espejo y veré algo que si antes me gustaba, después me encantará. Física, psicológica y emocionalmente.
Un saludo Toni
Gracias Carmen, por tu comentario. Las cosas siempre son mas sencillas de lo que parece.
Un abrazo Carmen!