Hace un tiempo reflexioné sobre cómo algunas modas pueden llegar a influir en los pacientes cuándo estos acuden a un profesional en busca de ciertos cambios estéticos. En mi caso, es común que muchos pacientes me comenten que quieren tener la forma de la cara de cierto famoso o famosa, o su sonrisa…
Sin duda uno de los grandes temas alrededor del concepto de la belleza, y que genera a menudo polémicas, es la delgadez. Este problema se traslada también a la cara, pues los cánones de belleza actuales valoran caras delgadas, con malares prominentes y con “delgadez” a nivel de la mejillas…
Los cirujanos maxilofaciales especialistas en cambiar y armonizar rostros, de equilibrar perfiles, hemos ido incorporando progresivamente más tratamientos de las partes blandas: cambio de los ojos, rinoplastia, aumentos de pómulos , etc , porque para obtener resultados brillantes precisamos combinar tratamientos tanto en tejidos duros (hueso), como blandos.
Uno de los tratamientos más solicitados es aumentar el atractivo de una cara que, aunque sea equilibrada, puede faltarle cierta belleza y atractivo a causa, a veces, por una excesiva redondez, que hoy en dia no esta considerada como atractiva. Para ello combinamos dos técnicas que tienen a la grasa como protagonista.
En primer lugar, buscando marcar la región submalar y adelgazar la cara realizamos la extracción de las bolas de Bichat, que proporcionan la “llenura” de las mejillas en los niños, y que va disminuyendo con la edad. Sin embargo, muchos adultos las mantienen de forma notoria, con lo que al retirarlas se aprecia adelgazamiento de las mejillas, mejora la proyección de los malares, y se marcan los ángulos de la mandíbula.
Se trata en realidad de una intervención sencilla: suele hacerse con anestesia local, no dura más de 45 minutos y es muy similar a un procedimiento odontológico. Se efectúa una pequeña incisión, de 1,5 cm., aproximadamente, en el lado interno de cada una de las mejillas y mediante presión desde la cara externa, se extraen las bolas de Bichat. El proceso es fácil y no es doloroso. A cambio, se logra un efecto muy visible: se reduce considerablemente la redondez de la cara, se marcan los pómulos y se logra un mayor ángulo de la mandíbula.
Muchas veces combinamos ese tratamiento con la inyección de la propia grasa a nivel malar como una de la técnicas más fáciles y predictibles de aumento malar. Son intervenciones sencillas, con resultados sorprendentes, y con las que los pacientes quedan muy satisfechos.
Sin embargo, y pese a la sencillez y los buenos resultados, mi reflexión sigue siendo la misma que la de hace unos meses, cuando hablaba del diastema: los profesionales que nos dedicamos a indicar y diseñar cambios estéticos faciales debemos intentar mantener la personalidad de cada rostro, al margen de las modas.
Así que la idea sigue siendo la misma: hay que individualizar los tratamientos para cada persona, no fijarse tanto en qué está de moda y qué no (ni en qué famosos o famosas son los más “bellos” del momento). Y tener en cuenta que en algunos casos una ligera desproporción o incluso una imperfección puede darle atractivo a una cara. Hemos de ser capaces de dar personalidad a cada rostro, aunque sea a cambio de conservar alguna pequeña imperfección…
Otro día hablaremos del papel de la grasa y de las células madre en la remodelación y rejuvenecimiento de la cara…